martes, 7 de septiembre de 2010

Sin dudas.

Entonces se dio cuenta de lo cerca que lo tenía, notó su mano en la muñeca, caliente al roce de sus dedos. Estaba allí, allí mismo respirando a un palmo de ella; y ella lo tocaba y percibió el peligro del mismo modo que si le hubieran echado agua fría a la cara. Sabía que había llegado el momento de elegir. Y sabía cuál era su elección.

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